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El sistema eléctrico español ha incrementado en el último año en casi un 100% su adicción al gas

España gasta más de 20 millones de euros al día en importaciones de gas

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Es un combustible fósil que produce gases de efecto invernadero; nos hace dependientes (España se ve obligada a importarlo desde naciones extranjeras, pues aquí no hay yacimientos); y cuesta mucho, mucho dinero. Hasta 7.552 millones de euros ha gastado el país en 2019 en importaciones de gas (más de 20 millones de euros... cada día). A pesar de todo ello (a pesar de que no solo es un sumidero de recursos económicos, sino que además hace más difícil el cumplimiento de nuestros compromisos climáticos internacionales), España produjo el año pasado (quemando gas en centrales térmicas de ciclo combinado) más de 50.000 gigavatios hora de electricidad, prácticamente el doble que en 2018.
España gasta más de 20 millones de euros al día en importaciones de gas

La demanda de energía eléctrica en la península ibérica durante el ejercicio 2019 (la electricidad que empresas y hogares le pidieron a la red a lo largo de esos doce meses) ha sido de 249.144 gigavatios hora, según consta en el Avance del informe del sistema eléctrico 2019 que acaba de publicar Red Eléctrica de España (REE), operador del sistema eléctrico nacional. Ese documento repasa los datos y principales magnitudes relativos al sistema eléctrico nacional y es efectivamente un Avance que REE redondeará, con datos definitivamente consolidados, en unas semanas. Según ese Avance, las fábricas de electricidad que hay aquí (parques eólicos y fotovoltaicos, centrales hidroeléctricas, termosolares, nucleares, de biomasa, térmicas de carbón, etcétera) produjeron el año pasado en la península 247.002 gigavatios hora de electricidad. Ello supone que el 99,14% de la electricidad que demandó la España peninsular fue producido en la España peninsular.

Eso sí, esa electricidad salió de instalaciones muy diversas. Por ejemplo: el 22,0% de los kilovatios hora fue generado en centrales nucleares (que operan con uranio procedente de Kazajistán, Níger o Australia), el 20,9% de esos 247.002 gigavatios hora generados aquí fue producido por los vientos que barren la península; el 20,1%, por el gas natural que llega aquí desde Catar, Argelia o Nigeria para acabar siendo quemado en las centrales térmicas de Iberdrola, Endesa o Naturgy (compañía antes conocida como Gas Natural Fenosa). Y es ahí donde radica la principal diferencia que ha mostrado el sistema eléctrico nacional español entre 2019 y 2018, en el gas natural. Porque, mientras que en 2018 ese combustible fósil solo aportó el 10,69% del total de gigavatios hora demandados, este último ejercicio (2019), ese combustible fósil, promotor de cambio climático, ha aportado el 20,1%, es decir, que hemos quemado casi el doble de gas de lo que quemamos el año pasado.

Potencia de generación de electricidad en la España peninsular a 31 de diciembre de 2019. REE

Según el Informe Mensual Diciembre 2019 del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, España importó en los doce meses del año 2019 gas por valor de 7.552 millones de euros, lo que significa que cada uno de los 365 días del año pasado enviamos a potencias extranjeras 20 millones de euros. Entre los destinos de todo ese dineral (20 millones de euros cada día) están países como Argelia, Nigeria y Catar, que han sido en ese último ejercicio nuestros tres principales suministradores de ese combustible fósil, según consta en el Boletín Estadístico de Hidrocarburos de diciembre (edita la corporación de derecho público sin ánimo de lucro Cores, que está tutelada por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico).

Qué es el gas natural
El gas es un combustible fósil que contribuye al cambio climático, tanto por la generación de emisiones de CO2 en la combustión como por las emisiones fugitivas de metano. El metano es un gas con un potencial de calentamiento global 86 veces superior al del CO2 en los primeros 20 años de vida. Emitir un kilogramo de metano es equivalente a emitir 86 de CO2. Cada vez más investigaciones científicas demuestran que las fugas de metano no han estado bien contabilizadas y representan un problema climático mayor del que se creía.

El Grupo de expertos Intergubernamental sobre Cambio Climático define las emisiones fugitivas como “la liberación intencional o no intencional de los gases de efecto invernadero durante la extracción, el procesamiento y la entrega de los combustibles fósiles al punto de utilización final”. El informe Smoke and mirrors, de Bankwatch Network, publicado en enero del año pasado, concluye que “los valores de emisiones fugitivas en más de la mitad de los escenarios están alrededor del umbral del 3% definido por la Agencia Internacional de la Energía, más allá del cual el gas fósil deja de ofrecer un beneficio climático en comparación con el carbón”.

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Norberto
Este artículo es sensacionalista. El consumo de gas natural ha aumentado simplemente porque las centrales de ciclo combinado están sustituyendo la generación de las centrales de carbón que están cerrado. Aunque es cierto que el gas natural es un combustible fósil y genera CO2, es mucho mejor quemar gas que carbón. Otra tergiversación del artículo es que si bien el gas natural está compuesto principalmente de metano, en una central que quema gas natulas las emisiones no son metano sino CO2.
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