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"De Lima debe salir un borrador de Protocolo de París potente"

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La Cumbre de París, que tendrá lugar el año que viene, debe empezar a alumbrar un protocolo que suceda al de Kioto (que expira en 2020). Para ello, para empezar a trabajar en Francia 2015 en ese protocolo sucesor, de la Cumbre de Lima que hoy comienza, "debe salir un borrador de Protocolo de París potente". Lo dice Greenpeace, que ha viajado a Lima con una maleta cargada de propuestas. Energías Renovables las recoge en esta pieza.
"De Lima debe salir un borrador de Protocolo de París potente"

[Foto: con motivo del comienzo de la cumbre climática, siete activistas de Greenpeace procedentes de Argentina, Brasil, Chile, España, Austria y Alemania, proyectaron la pasada madrugada el mensaje "Salven el clima. El sol es la respuesta" en las ruinas de Machu Picchu, en Perú. Fuente: Greenpeace].

El Protocolo de Kioto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático fue adoptado por las partes en 1997 y entró en vigor el 18 de noviembre de 2004 (esa Convención cuenta con 195 países firmantes; se denomina partes a los países miembros de la Convención). Kioto establece metas vinculantes de reducción de las emisiones y reconoce que los países industrializados y la Unión Europea "son los principales responsables de los elevados niveles de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que hay actualmente en la atmósfera, y que son el resultado de quemar fósiles combustibles durante más de 150 años". El plazo de vigencia del primer período de compromiso establecido en el Protocolo expiró en 2012.

COP 14
La décima cuarta Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático tuvo lugar en Durban (Suráfrica). Allí, las partes acordaron, entre otras cosas, abrir, el uno de enero de 2013, un nuevo periodo de compromiso del Protocolo de Kioto, "cuya duración será de ocho años" (es decir, que nos llevará hasta el 31 de diciembre del año 2020); y lanzar un proceso encargado de reflexionar sobre un “protocolo, un instrumento jurídico o un resultado que tenga fuerza de ley” y aplicable a todas las Partes de la Convención. Pues bien, ese nuevo instrumento -acordó la COP de Durban- "deberá adoptarse en 2015 y entrar en aplicación a partir de 2020".

COP 21
Y ahí estamos, en la ruta Durban-París (porque será en París, primera cita COP 2015, donde comience a alumbrarse el protocolo que ha de suceder al de Kioto). Según el Gobierno de Francia, la COP 21 de París "deberá marcar un hito decisivo en la negociación del futuro acuerdo internacional para el periodo pos-2020, adoptando sus grandes líneas, con arreglo a lo acordado en Durban". Así -continúa el Ejecutivo galo, que detentará la presidencia de esa COP-, "por primera vez, después de más de 20 años de negociación onusiana, todos los países, incluyendo a los grandes emisores de GEI, tanto los países desarrollados como en desarrollo, estarán vinculados a un acuerdo universal sobre el clima".

COP 20
Sea como fuere, lo cierto es que aún andamos por Lima (COP 20), donde hoy, uno de diciembre, ha comenzado la COP 21, que está previsto reúna a ministros de 194 países y en la que se negociará durante los próximos doce días el texto jurídicamente vinculante que determine los nuevos compromisos de lucha contra el cambio climático y que se convertirá en el Protocolo de París para el próximo año. Lo que se acuerde en esta conferencia -explica Greenpeace- permitirá anticipar "en qué medida y a qué ritmo se producirá la eliminación gradual de las centrales de carbón, la tasa de utilización de energías renovables y el apoyo financiero y tecnológico a los países más vulnerables y menos desarrollados". Hasta el Perú ha viajado Greenpeace, como apuntábase al principio, y allí se ha llevado una maleta cargada de propuestas. Son estas.

"Los elementos para que Lima pueda considerarse un éxito", según Greenpeace
Fijar el periodo para cumplimiento de los compromisos de los países en 2025. Este es un elemento que omiten los dos textos que han preparado los presidentes de la negociación: los compromisos de todos los países deben tener como marco temporal cinco años y alcanzarse, por lo tanto, en 2025. Y, finalizado este periodo de compromiso inicial, el mismo debe ser seguido por sucesivos periodos quinquenales con nuevos compromisos. No debe permitirse a los países que cada uno establezca sus propios compromisos con base en un periodo diferente, ni acordar un periodo superior a cinco años (algunos países piden fijarlo en 2030), ya que existe un riesgo real de que quedemos atrapados por demasiado tiempo en objetivos insuficientes, precisamente, durante un periodo (15 años) que, según los científicos, es crucial en la lucha por el clima.

Prever el establecimiento de un objetivo común a largo plazo en el Protocolo de París. “Transición justa hacia un sistema 100% de energía renovable para todos, alcanzando emisiones cero a mitad de siglo”. El acuerdo de París tiene que enviar una señal clara a los tomadores de decisiones y a los inversores a todos los niveles del rumbo hacia el que se encamina el mundo, que no debe ser otro que la eliminación de las emisiones de carbono en unas pocas décadas. El proyecto de texto de negociación sobre el acuerdo contiene una propuesta de un objetivo a largo plazo de alcanzar cero emisiones de carbono para el año 2050. Esta línea de tiempo está plenamente en consonancia con las conclusiones científicas recientes del IPCC y necesita permanecer en el texto. Pero el objetivo a largo plazo debe fortalecerse. En la práctica, esto significa la eliminación de los combustibles fósiles y sus emisiones para el año 2050 al tiempo que se aborda una transición justa hacia un sistema energético 100% renovable limpia para todos.

Claridad acerca de la necesidad de dejar de subvencionar e invertir en los combustibles fósiles. El proyecto de texto de negociación también contiene una referencia al objetivo colectivo de abordar la transición hacia un mundo en el que todas las inversiones sean resilentes y bajas en emisiones. Además, debe prever cómo redireccionar hacia las soluciones la financiación privada que actualmente se dirige hacia los combustibles fósiles. Greenpeace propone por ejemplo emplear los recursos de los organismos de crédito a la exportación para financiar esas soluciones, y/o reducir gradualmente las inversiones en proyectos altamente intensivos en carbono y los subsidios a los combustibles fósiles, y/o establecer un centro internacional para la energía renovable y la eficiencia energética. Estos elementos son el tipo de señales que debemos mantener en el Protocolo de París.

Directrices claras sobre la estructura y contenido de los compromisos 
1. El marco temporal de los compromisos debe ser 2025.
2. Los compromisos de un país no pueden ser inferiores, en tipo de compromisos, ambición o espectro a los presentados por el mismo país anteriormente.
3. Los antiguos países desarrollados, pero también los nuevos países con capacidad para hacerlo, deben establecer compromisos en términos absolutos que afecten al global de su economía y apunten el año en el que sus emisiones van a alcanzar el máximo, si no lo han alcanzado ya para luego descender hasta llegar a cero cuanto antes.
4. También debe animarse a los países a incluir objetivos sectoriales de apoyo, tales como límites al consumo de carbón o marcos temporales para la eliminación total del mismo, objetivos de energías renovables y de eficiencia energética y metas para alcanzar la deforestación cero.
5. Los países deben explicar de qué forma estos objetivos contribuyen justa y adecuadamente a alcanzar el objetivo global de limitar el calentamiento global por debajo de los 2ºC o de 1,5ºC.
6. Además, los países deben esbozar sus planes de transición a largo plazo para hacer efectiva la descarbonización y la diversificación de sus economías (es decir, como sustituir, poco a poco y de forma segura, las actividades de los combustibles fósiles por otras actividades económicas).
7. Los INDCs deben contener referencias a financiación y a adaptación y no sólo los objetivos de mitigación.
8. Los países ricos y otros países que estén en condiciones de hacerlo, también deben especificar sus planes de ampliar las contribuciones económicas para alcanzar el objetivo de movilizar 100 mil millones de dólares al año para los países en desarrollo, para el año 2020, y por lo menos esa cantidad anualmente más allá de 2020.

Evaluación de la adecuación y justicia de los compromisos. Debe acordarse que, antes de que los compromisos de los países se conviertan en definitivos en el acuerdo de París, se llevará a cabo esta evaluación en el plano internacional, mediante un proceso transparente liderado por expertos para que luego los países reconsideren, si corresponde, sus compromisos. Cuando el Protocolo de París entre en vigor, las revisiones de adecuación y fortalecimiento de los compromisos deben asociarse regularmente a los ciclos de compromiso de cinco años.

Fuerte compromiso para hacer frente a las verdaderas necesidades de adaptación, financiamiento de pérdidas y daño derivados del cambio climático. El proyecto de acuerdo debería reconocer claramente que, cuantas menos acciones de mitigación se emprendan, más serán las necesidades de adaptación y mayores los daños y pérdidas provocados por los impactos del cambio climático. Del mismo modo, debe establecerse un objetivo global de adaptación y el compromiso de garantizar que el nivel de apoyo financiero y de cualquier otro tipo de apoyo necesario se equiparará a las necesidades de los países en desarrollo, teniendo en cuenta el calentamiento global real que es previsible esperar de acuerdo con los compromisos de mitigación establecidos – incluyendo las compensaciones económicas por pérdidas y daños sufridos. La forma de responder a las pérdidas y daños generados por el cambio climático debe tratarse con agilidad.

Nuevos compromisos de financiación para el Fondo Verde para el Clima, de forma que se alcancen 15 mil millones de dólares. En Lima, los países desarrollados deben demostrar progreso en el cumplimiento de su promesa de movilizar 100 mil millones de dólares anuales para los países en desarrollo para el año 2020. Esto significa, en la práctica, que deben anunciar nuevos compromisos para el Fondo Verde para el Clima que aumenten la cantidad actual disponible de 9.600 millones de dólares hasta alcanzar, por lo menos, los 15 mil millones de dólares en esta fase inicial de capitalización y acordar una hoja de ruta financiera para alcanzar el total de las aportaciones comprometidas para 2020. Redireccionar los flujos financieros privados de los problemas hacia las soluciones es importante, pero garantizar que se dispondrá de fondos públicos predecibles para llevar a cabo las acciones necesarias es esencial tanto en materia de mitigación y la adaptación.

Cerrar la brecha existente entre los compromisos a 2020 y el objetivo global acordado de mantener el aumento de temperatura por debajo de los 2ºC, o incluso de 1,5ºC. La brecha existente entre este objetivo global y lo que los países en realidad apuntan a hacer para el año 2020 fue reconocida inmediatamente después de que estos compromisos nacionales fueran presentados entre 2009 y 2010. En la cumbre Climática de 2011, en Durban, las partes establecieron un proceso formal para hacer frente a esta brecha (“ADP Work Stream 2” - Línea de trabajo 2 de la Plataforma de Durban). Sin embargo, 5 años después del reconocimiento de la brecha y 3 años después del establecimiento de esta línea de trabajo, los países siguen sin ponerse de acuerdo sobre la acción que se llevará a cabo para cerrar la brecha.

En Lima, esta línea de trabajo debe concluir cómo se va a cerrar la brecha, mediante la presentación de nuevos objetivos a 2020 o el aumento de los actuales, aportando recursos adicionales a los países en desarrollo para la implementación de acciones con anterioridad a 2020, acordando acciones concretas para acelerar el despliegue de energías renovables y eficiencia energética, aumentar la protección de los bosques, eliminar los subsidios a los combustibles fósiles y empezar el proceso de eliminar por completo el uso del carbón. Los pasos a seguir antes de 2020 deben salir de las opciones políticas elaboradas en el marco de este grupo de trabajo con la ayuda del tramo ministerial.

Por último, los países precursores deben liderar la negociación y marcar el camino. La COP20, en Lima ofrece una plataforma para que todos los gobiernos demuestren que están listos para tomar acción por el clima a un nivel superior al actual, para hacer frente a la verdadera urgencia de esta crisis. Animamos a los distintos países a que pongan de manifiesto sus propios compromisos y acciones para eliminar el carbón y el petróleo, dejar la mayor parte de las reservas de combustibles fósiles en el subsuelo y abordar la transición hacia el sistema energético 100% renovable para todos tan pronto como sea posible y respondiendo a las verdaderas necesidades de los países y comunidades vulnerables».

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