Los resultados de los exámenes médicos realizados a los 360.000 niños (de hasta 18 años de edad) residentes en Fukushima para evaluar el impacto del accidente nuclear en su salud fueron presentados ayer martes por las autoridades del país y han puesto de manifiesto que 18 niños padecen cáncer de tiroides. De acuerdo con la radiotelevisión pública NHK, otros 25 podrían padecer también la enfermedad.
El grupo de expertos que ha realizado el estudio médico ha explicado que podría deberse a que las partículas radiactivas liberadas en el accidente nuclear se han acumulado en la glándula tiroides de los niños.
No obstante, añadieron que no han podido determinar la aparición de la enfermedad con el desastre atómico. Según estos especialistas, sería demasiado pronto para que hayan aparecido los cánceres, poco más de dos años después de la catástrofe, cuando se estima que son necesarios de tres a cinco años para establecer una relación de causa a efecto. Ahora, otro grupo de expertos llevará a cabo un análisis caso por caso para poder dar explicaciones más detalladas.
Fugas de agua radiactiva
En relación con la fuga de agua radiactiva, la operadora de la planta nuclear, Tokyo Electric Power (TEPCO), ha admitido que se han filtrado al exterior unas 300 toneladas del agua, procedente de los tanques de almacenamiento construido en la pendiente de una colina al lado del reactor número 4.
TEPCO añadió que el líquido contiene materiales altamente radiactivos, que emiten radiación beta, y que probablemente se ha filtrado al suelo. La Autoridad de Regulación Nuclear (NRA), que ha elevado la gravedad de la fuga del nivel 1 al 3 (equivalente a “incidente serio”) teme, sin embargo, que el agua pueda haber fluido al mar, a través de algún sumidero, por lo que ha pedido la realización de un estudio más exhaustivo.
A esta nueva fuga, la peor desde el accidente, hay que añadir el problema que supone la acumulación de agua radiactiva en los sótanos de los edificios de los reactores, a un ritmo de 400 toneladas nuevas cada día, procedente de los tanques que refrigeran las unidades y del agua subterránea de las zonas colindantes, que también penetra en los edificios. Esta acumulación de agua radiactiva supone el mayor obstáculo para desmantelar de manera segura el complejo nuclear, destruido por el terremoto y tsunami del 11 marzo de 2011.
El pasado 7 de agosto, la NRA advirtió que unas 300 toneladas de agua radiactiva se vierten a diario al mar, al filtrarse desde los sótanos. Para tratar de poner freno al problema, TEPCO plantea construir un muro aislante bajo tierra o extraer el líquido mediante bombeo. Otra alternativa, que desarrollaría con el apoyo del gobierno, es congelar el suelo alrededor de los reactores para bloquear el paso del agua.
Segundo apagón nuclear
Japón volverá a tener desactivadas todas sus centrales nucleares a partir del 15 de septiembre debido a los dos únicos reactores actualmente operativos deberán ser detenidos para someterse a una revisión rutinaria, según informa la agencia Efe.
Será la segunda vez que Japón viva un apagón nuclear. Tras el accidente de Fukushima, que obligó a las autoridades niponas a replantear la seguridad de las instalaciones nucleares, se detuvieron los más de 50 reactores del país entre el 5 de mayo y el 1 de julio de 2012, fecha en la que la nuclear de Oi, en la prefectura de Fukui (oeste), retomó las operaciones para evitar apagones en la región de Kansai, la segunda más poblada del país. Desde entonces, los reactores 3 y 4 de esta central han sido los únicos en funcionamiento en todo Japón.
Kansai Electric Power, operadora de la planta de Oi, ha solicitado a la NRA iniciar las revisiones rutinarias el 2 de septiembre en el reactor 3 y el día 15 en el 4. La ley en Japón establece que todos los reactores nucleares deben ser detenidos para someterse a una inspección de seguridad cada 13 meses, y que las eléctricas deben solicitar estas revisiones, que se prolongan entre 60 y 90 días, a las autoridades al menos con un mes de antelación.