Más de 1.800 participantes de 66 países discutieron del 3 al 7 de junio en Copenhague sobre el presente y el futuro de la biomasa no solo como materia prima destinada a producir energía, sino también en la elaboración de otros materiales y aplicaciones para el establecimiento de una “bioeconomía” basada en recursos orgánicos. "La bioeconomía ofrece una oportunidad única para el crecimiento y la creación de empleo a través de la utilización del conocimiento en muchos campos, como la energía limpia y la biotecnología", dijo Anders Eldrup, presidente de la 21st European Biomass Conference and Exhibition.
A partir de aquí, la eficiencia en los procesos y la sostenibilidad concentraron buena parte de las 360 comunicaciones y 400 exposiciones que se presentaron durante los cinco días de conferencia. David Baxter, presidente del Programa Técnico, insistió en que "maximizar la eficiencia en la utilización de los recursos de biomasa resulta fundamental para lograr una bioeconomía sostenible”. Así, aunque durante la cita se volvió a exponer que existe un gran potencial de biomasa sin explotar, se advirtió que su disponibilidad real podría ser mucho menor que el potencial teórico porque aún permanecen sin despejar varias incógnitas sobre su relación con la sostenibilidad ambiental.
Dinamarca libre de combustibles fósiles en 2050
Es cierto que muchas de las presentaciones orales y escritas se centraron en cómo evaluar y garantizar la sostenibilidad a lo largo de las cadenas de valor de la biomasa (certificación, normalización, desarrollo de políticas…), pero eso no impidió que tuvieran también protagonismo los últimos avances científicos e industriales en el campo de la bioenergía. Se reconoció, por ejemplo, que hay bastantes procesos de conversión avanzados que están ahora en la fase de demostración industrial e incluso algunos en una fase comercial inicial, y se pusieron como ejemplos los biocarburantes de segunda generación y las tecnologías de pirólisis y torrefacción.
La cita de Conpenhague sirvió para confirmar que ahora que se ha logrado la confianza en alcanzar una escala comercial para estas tecnologías, el reto principal radica en la reducción de los costes de producción. Los asistentes a la conferencia coincidieron en que a partir de ahora se necesita un fuerte apoyo político especialmente a escala europea. Por otro lado, desde el ámbito industrial se reconoció que la evolución de los mercados tradicionales, como el de fabricación de pulpa y papel, crean importantes oportunidades para la bioenergía. En el ámbito doméstico destacó la iniciativa del país anfitrión, Dinamarca, que presentó un ambicioso objetivo para llegar a 2050 libre de combustibles fósiles, con la biomasa jugando un papel destacado.