Más de treinta expertos españoles y extranjeros se reunieron durante el 13 y 14 de junio en Madrid para analizar los aspectos técnicos, ambientales y regulatorios de los biocarburantes y proponer una mejora de las políticas actuales. Lo hicieron dentro del Foro Internacional 2012 de la Cátedra BP sobre Energía y Sostenibilidad, que este año llevaba por título Un marco sostenible para los biocombustibles en Europa. Un día después, el 15 de junio, se expusieron públicamente las conclusiones, y se afirmó que los biocarburantes son un componente clave para la estrategia europea de mejora de la eficiencia en el transporte, pero que, igualmente, se constatan “numerosas dificultades para alcanzar los objetivos propuestos por la Comisión Europea”.
A partir de aquí, y según la nota de prensa difundida por BP, enumeran las dificultades, entre las que destacan “la disponibilidad de biocombustibles que cumplan con los requisitos de sostenibilidad, la compatibilidad con los vehículos y la percepción de los consumidores”. Añaden también “las fracturas del mercado creadas por el exceso de regulaciones nacionales y las particularidades del parque europeo, con un grado alto de penetración de vehículos diesel”. Tras afirmar que la tasa de penetración de biocarburantes avanzados no progresa como se esperaba señalan que, en cambio, “el avance tecnológico de los vehículos está logrando aumentar la eficiencia de los mismos y por tanto reducir sus emisiones de CO2”.
Eficiencia energética y mejoras tecnológicas antes que objetivos obligatorios
Algunos analistas del sector de los biocarburantes en España consultados por Energías Renovables ven en estas conclusiones una nueva toma de posición de las empresas petroleras contrarias al desarrollo de aquellos. El resumen presentado por BP habla de replantear “algunos elementos de la política europea de biocombustibles, para tratar de alinearla mejor con sus objetivos originales: aumentar la seguridad energética y reducir las emisiones de CO2 en el transporte”. La primera es que, a corto plazo, “parece necesario introducir políticas flexibles para alcanzar los objetivos propuestos para 2020”.
En este aspecto, el foro de BP coincide con asociaciones ecologistas y de ayuda al desarrollo, como Amigos de la Tierra, Oxfam International y Action Aid, que cuestionan abiertamente el porcentaje del 10% de aportación renovable al transporte en 2020 que marca la Directiva de Energías Renovables, ya que provendrá principalmente de los biocarburantes. Sin salir de los objetivos, el foro de BP entiende que es imprescindible compatibilizar los marcados a largo plazo con los de corto plazo, y añade que “una medida a corto plazo, como un mayor uso de los biocombustibles convencionales sin mejoras tecnológicas, puede ir en contra de los objetivos a largo plazo”. De ahí que insistan en la mejora de la eficiencia en el transporte”, ya que “ayudará a lograr tanto los objetivos a corto como a largo plazo” y “debe ser un objetivo obligatorio para cualquier política”.
Ofrecer incentivos a los fabricantes de vehículos
Otras de las conclusiones hace referencia a los objetivos establecidos en España, donde afirman que existe un desequilibrio entre el consumo de diésel y gasolina que debería considerarse a la hora de cumplir los objetivos. Por todo ello, piden que la política de biocombustibles debe integrarse en una integral y estable sobre el transporte, “en la que se consideren otros objetivos y consecuencias de este sector; incorporar a los fabricantes de vehículos a la política de biocombustibles, ofreciéndoles incentivos adecuados a través de una política estable; lograr la aceptación de los consumidores a través de una información básica y garantías de calidad; y armonizar las regulaciones nacionales que impiden la creación de un verdadero mercado común para los biocombustibles”.
Tras esta petición expresa a la flexibilización de objetivos tanto de la Unión Europea como de España, el foro concluye que “la situación de los biocombustibles convencionales en general parece haber alcanzado su techo”. De esta manera, sostiene que el futuro pasa por los de segunda y tercera generación y, por tanto, “por una mayor investigación en tecnologías de producción y aprovechamiento de los biocombustibles más avanzados, en particular etanol celulósico y algas”. “En este sector –terminan– España cuenta con liderazgo tecnológico, pero también se requiere apoyo institucional a nivel europeo”.
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