El mercado mundial de etanol está dominado por dos grandes “clubs”: el de la caña de azúcar y el del maíz. El primero lo representa principalmente Brasil y el segundo Estados Unidos. Esto ha creado una situación donde cada lado piensa que cuenta con la mejor tecnología y casi que se niega a usar la del otro lado. Entretanto, y curiosamente, ha sido Brasil el que ha tomado la delantera, cuando el tema toca directamente al negocio, algo que se esperaría más de Estados Unidos, dada su mayor tradición en business first. El caso es que Brasil cuenta ya con su primera planta de etanol flex, que permite obtener etanol de caña y de maíz, algo revolucionario y con enormes posibilidades.
Las implicaciones de esta tecnología son enormes para el mercado de etanol mundial. En Brasil la cosecha de la caña dura de seis a ocho meses, período en el que las plantas funcionan a todo vapor, porque la caña se pudre en cuestión de días, una vez cortada, y no se puede dejar en el campo porque desarrolla la flor y su producción de azúcar se evapora. El resto del año las plantas no hacen prácticamente nada, por lo que no generan ingresos. Entretanto, el maíz se puede almacenar el tiempo que sea necesario, mientras la cosecha de caña es procesada, para posteriormente usarlo en los meses entre cosecha. Esto significa que las plantas de Brasil podrán ahora funcionar 365 días al año y obtener un aumento de hasta el 50% en su productividad. Mientras, las de Estados Unidos continúan procesando apenas maíz y, conociendo su manera de actuar, así será por mucho tiempo.
Las plantas de etanol con caña de azúcar son energéticamente autosuficientes
En repetidas ocasiones he afirmado que la testarudez de Estados Unidos de insistir en usar maíz como materia prima para la obtención de etanol –cuando puede perfectamente plantar caña– es motivo de fiesta para Brasil. La caña genera hasta 9 unidades de energía, mientras que el maíz solamente 1,3. De hecho, mientras que en las plantas de etanol de EEUU necesitan gas y electricidad para funcionar, las de Brasil son completamente autosuficientes, ya que usan la energía obtenida de la quema del bagazo de la caña, subproducto obtenido cuando es molida para obtener su jugo. Muchas venden incluso el excedente de electricidad a la red, generando así una fuente de recursos más. En resumen, el modelo brasileño es infinitamente más eficiente, algo que nadie puede negar.
Y digo más: el lugar para buscar tecnologías válidas de energía está en los países en desarrollo, donde la falta crónica de recursos elimina a quien no tiene creatividad de manera natural para generar soluciones. El efecto final es que tenemos sociedades en las cuales se aprovechan soluciones ya existentes, en lugar de reinventar la rueda, como infelizmente se hace en las sociedades consideradas “avanzadas”. Algo que se ve claramente en las plantas flex, que permiten usar infraestructura ya existente para aumentar la productividad, en vez de crear una totalmente nueva como pasaría con toda seguridad en las sociedades “avanzadas”.
Estados Unidos fue capaz de superar a Brasil en apenas seis años como primer productor de etanol del mundo. Si tomamos en consideración que lo hizo con una materia prima claramente inferior, es de imaginar lo que conseguirían si usasen caña de azúcar. Como nacido en Brasil, por mí, que continúen siendo testarudos.
*Director general de Alkol, consultora en bioenergía especializada en caña de azúcar y etanol.