De acuerdo en que no es el momento propicio para pedir esfuerzos publicitarios a empresas, colectivos empresariales y administraciones que andan más preocupados en sostener negocios, desarrollar y ajustar líneas de inversión y ayudas y mantener empleos que en invertir en darse a conocer; pero comunicar un acuerdo, una acción, un encuentro, una feria, unas conclusiones, una financiación, una investigación, una mejora… Eso está al alcance de cualquiera. Vamos, que es tan fácil como contestar con un “¿sí, dígame?... ah sí, somos nosotros los promotores de esa planta… ¿y qué información deseaba?... pues mire, consiste en…” Y eso, por no hablar de ser proactivos y emitir una nota de prensa, comunicado o breve apunte de la novedad en cuestión.
Salvo honrosas excepciones, la bioenergía está marcada por una apatía informativa propiciada por sus fuentes que ayuda a cavar la tumba de la invisibilidad para el sector. Uno entiende la desesperación de algunas de esas fuentes al ver que los grandes medios de comunicación pasan del biogás y la biomasa en plena tormenta de la moratoria renovable, pero ¿se hace algo relevante para vencer esa inercia? Muy poquito. En proporción al daño que puede suponer el 1/2012 al sector, la reacción en comparación a la encabezada por los sectores solar y eólico fue de un perfil bajo, por la tardanza en emitir comunicados al respecto y por la dispersión de los mismos.
Es una piedra más en el camino de la comunicación bioenergética. El problema es que, como periodistas especializados, nos solemos tropezar casi a diario con ellas. Sin ir más lejos, desde el pasado miércoles hasta hoy, los promotores de una planta de biogás no han sabido/podido/querido dar más información (para contrastarla) sobre una planta cuyo anuncio de la financiación de la misma ha dado a conocer una entidad financiera; una feria que celebra su primera edición tampoco ha sabido/podido/querido ofrecer información puntual sobre la evolución de la misma, tras petición expresa de este redactor; y una comunidad autónoma ordena no emitir información sobre la futura instalación de calderas de biomasa en sus dependencias (¿tan mala noticia resulta?).
Son solo tres muestras en menos de una semana. No es cuestión de remontarse mucho más y hablar de más casos, por ejemplo, de las variadas peticiones de información que algunas empresas productoras de biodiésel tienen en contestadores o bandejas de correos electrónicos sobre el mal momento que pasan, pero me permitiría añadir algo más como elemento sintomático del escaso esfuerzo por mejorar la comunicación. Se trata del fracaso que cosechó una de las pocas personas del sector que muestra un interés encomiable por no cavar más en el hoyo de la invisibilidad de la bioenergía. Propuso un tópico en Twitter para recopilar ideas de mejora de la difusión (creo recordar que era #difusiónbioenergía). Mejor no comentar el resultado en número de aportaciones, pues sonroja. ¿Tanto costaba escribir 140 caracteres o, lo que es peor, es que ni siquiera hay ideas?
Afortunadamente, queda un mensaje positivo: existe la retroactividad. Sí, aquí también, pero para mejorar, sin connotaciones negativas. Todos podemos ayudar a revertir este proceso. Además, en este lado de la trinchera informativa se cometen igualmente errores. No es nada bueno que la misma información circule entre la misma gente (técnicos, investigadores, promotores, instaladores, eléctricas…). Hay que abrir ese círculo vicioso. Hay un público ahí fuera al que, seguro, le interesa.
