En el proceso de construcción de la planta se han tenido en cuenta el ahorro energético y de agua y el impacto medioambiental, incluso durante el periodo de obras. El sistema de certificación LEED, creado en Estados Unidos, es de carácter voluntario y califica tanto a los edificios nuevos como a los rehabilitados integralmente. Entre los aspectos que se tienen en cuenta a la hora de otorgarlo destacan los relacionados con la eficiencia energética, el uso de las renovables, la calidad ambiental interior, el consumo del agua, los espacios libres de la parcela y la selección de material.
En este sentido, la orientación de la planta, la posición de las ventanas, el uso de determinados colores y el empleo de las más innovadoras tecnologías en aislamiento térmico son algunas de las estrategias pasivas de diseño que se han llevado a cabo para obtener un óptimo nivel de eficiencia energética.
Asimismo, el edificio cuenta con un depósito pluvial con capacidad para cien mil litros, que permite recoger el agua de lluvia y reutilizarla para riego e inodoros. Las energías renovables están presentes a través de un sistema solar térmico colocado en la cubierta de la nave que permitirá obtener agua caliente sanitaria (ACS).
Gestión de residuos y reciclaje
La instalación cuenta además con sistemas de conducción para el control de los residuos industriales y con contenedores para el reciclado de plásticos. Además, la compañía ha apostado por el uso total de refrigerantes naturales, que protegen la capa de ozono. Para su funcionamiento, la nueva planta se nutrirá de dos instalaciones de cogeneración, que producirán parte del vapor y la electricidad necesarios para realizar los diferentes procesos.
Según el Spain Green Building Council (SGBC), estos edificios ahorran entre el 30% y el 70% de energía respecto a los convencionales y entre el 30% y el 50% del agua. Mientras que los costes por la gestión de los residuos puede descender entre el 50% y el 90%.
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