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Biomasa forestal, clave en el desarrollo de la bioenergía

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Casi el 90 por ciento de la biomasa con la que se genera energía en el mundo es de procedencia forestal, aunque la gran mayoría está vinculada al aprovechamiento tradicional en forma de leña. No obstante, países como Canadá y Estados Unidos se han convertido en grandes productores de pélets de origen forestal y la Unión Europea en una gran consumidora. La reforma de la directiva de energías renovables, con la obligación de implantar criterios de sostenibilidad a la biomasa sólida y el biogás y, de nuevo, los incendios forestales en Portugal y España han puesto de actualidad un recurso que debe ir de la mano de la gestión y la ordenación forestal (Reportaje contenido en el número 163 del número de julio de 2017 de la revista Energías Renovables).
Biomasa forestal, clave en el desarrollo de la bioenergía

En los días en los que se gestó y redactó este reportaje se celebra en la ciudad de Plasencia (Cáceres) la séptima edición del Congreso Forestal Español (26 al 30 de junio) bajo el lema «Gestión del monte: servicios ambientales y bioeconomía». Título inequívoco que hace referencia a la multifunción de nuestros bosques y a una “correcta gestión que se traduce en una serie de servicios ambientales de los que se beneficia el conjunto de la sociedad, en un giro hacia nuevas formas de economía circular con nuestro entorno, natural y humano”.

El aprovechamiento energético de la biomasa forestal estuvo presente entre las comunicaciones, mesas redondas, talleres, exposiciones y conferencias que jalonaron la cita organizada por la Sociedad Española de Ciencias Forestales (SECF). Sin embargo, días antes, en una jornada sobre cultivos forestales organizada por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) y la Plataforma Tecnológica Española de la Biomasa (Bioplat), se incidió en que “España está obviando un combustible renovable como la biomasa”.

Tanto para los expertos y expertas reunidos por Bioplat e INIA, como para los presentes en el Congreso Forestal Español, pero también para otros importantes actores europeos del sector, estamos en un momento clave, con una reforma de la directiva europea de energías renovables y una aprobación de un plan de actuación forestal en España en ciernes. En torno a este último –el plan– se ha activado especialmente la plataforma Juntos por los Bosques, con representación del sector bioenergético, y que el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama), gestor del plan, ha señalado como interlocutor único y como tal lo reconduce.

Con la mosca tras la oreja
Pero ni con la reforma de la directiva ni con el plan se tienen todas consigo en cuanto a que salga bien parada la “energía de los bosques”. A todo ello se une la bajada de los precios de los combustibles fósiles y unos inviernos cada vez menos fríos. No obstante, se incrementa la demanda europea, principalmente centrada en las grandes instalaciones eléctricas del norte de Europa, pero también en el crecimiento de las calderas en el sector doméstico,que se satisface con producción propia, pero cada vez más con pélets procedentes de Estados Unidos y Canadá. A pesar de los esfuerzos de la industria por avalar el carácter sostenible de las explotaciones, ese incremento de la demanda lo pone en cuestión constantemente.

En la línea de los criterios de sostenibilidad que se exige a los biocombustibles líquidos, el paquete de medidas sobre energía (Energía limpia para todos los europeos) que presentó a finales de 2016 la Comisión Europea (CE), anunciaba los que afectarán a la biomasa sólida y el biogás. Todos deberán cumplir con un nuevo criterio referido a la biomasa forestal para asegurar que la producción de madera sea sostenible y contabilizar las emisiones LULUCF (siglas en inglés referidas al uso de la tierra, el cambio de uso de la misma y la silvicultura) en el país de origen.

Aebiom muy activa
Son varias las organizaciones que han remitido a la CE sus documentos de posición sobre la directiva, pero es la Asociación Europea de la Biomasa (Aebiom) la que más activa se muestra a la hora de vigilar y cuestionar algunos de sus contenidos y las propuestas que giran en torno a ella.

Aebiom sostiene que “la propuesta de la Comisión puede mejorarse en aspectos críticos; por ejemplo, el enfoque basado en el riesgo a escala de explotación forestal no es legal ni aceptable y debe sustituirse por el que funciona bajo las legislaciones nacionales o las certificaciones existentes”, en clara alusión a los sellos PEFC (Programme for the Endorsement of Forest Certification) y FSC (Forest Stewardship Council).

No le gusta tampoco a Aebiom que se establezca una cláusula de revisión de esa sostenibilidad en 2023 o que se permita a los Estados miembros fijar normas añadidas en este campo. Según la asociación,“la UE debería proporcionar seguridad a los operadores económicos, lo que no es el caso de la propuesta actual. Las normas de sostenibilidad sobre la bioenergía deberían estar armonizadas a nivel de la UE, sin flexibilidad, y establecidas para el período 2020–2030”.

Sostenibilidad por bandera
Pero hay otros estamentos de la UE, como el Parlamento, del que salen propuestas que tampoco gustan al sector. También en junio de este año salía del Comité de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo un documento en el que se exponía que, atendiendo a los condicionantes climáticos, “sólo se debe promover la bioenergía producida a partir de desechos y residuos,con las debidas salvaguardias en cuanto a la protección de la calidad del suelo, el carbono y la biodiversidad y el desplazamiento de otros usos”.

Aebiom también reaccionó a este documento rechazando que “se establezca una lista de los tipos de desechos y residuos de madera considerados como sostenibles y definidos arbitrariamente. Es otro ejemplo –explican desde la asociación– que demuestra que este informe ignora la realidad fundamental multifunción de la industria forestal y es totalmente contraproducente porque limitará las oportunidades para que los propietarios de los bosques los gestionen mejor gracias a fuentes adicionales de ingresos”.

El riesgo de un incremento desmesurado de la explotación forestal con fines energéticos, denunciado especialmente por organizaciones no gubernamentales de Europa y Norteamérica con la vista puesta en lo ocurrido con la palma aceitera en Indonesia y Malasia, se abordó en la última Conferencia Europea sobre la Biomasa (European Biomass Conference and Exhibition, EUBCE) celebrada en Estocolmo a mediados de junio.

La mitad de las renovables se cubre con biomasa
El último informe de REN21, organización que trabaja en el marco del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, recordaba que la mitad del porcentaje de renovables (19,3%) destinado al consumo final de energía en el mundo se cubre con biomasa tradicional. Esta, en muchas ocasiones, como denuncia periódicamente la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se hace a costa de esquilmar bosques y provocar enfermedades y muertes por la mala combustión de la biomasa en los hogares.

Por este motivo, en la EUBCE, la propia FAO, junto a la Agencia Internacional de las Energías Renovables (Irena) y la sección de Bioenergía de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), suscribieron un documento titulado «Bioenergía para un desarrollo sostenible», donde se reconoce que esta forma de producir energía “también puede tener impactos negativos si no se desarrolla y despliega adecuadamente”. Si se hace bien, “puede desempeñar un papel importante y constructivo en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y en la aplicación del Acuerdo de París sobre el cambio climático”.

En el ámbito forestal consideran que a medida que la producción de madera de los bosques se expande para satisfacer la creciente demanda de productos forestales tradicionales como madera y papel, existen oportunidades significativas de utilizar residuos de proceso y fabricación. Se pueden utilizar volúmenes significativos de madera forestal que actualmente no tienen uso industrial, como la de calidad inferior o la generada en desastres naturales”.

Bioeconomía y economía circular
En la jornada mencionada del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria y Bioplat, enmarcadas en el proyecto Biomasa para la Bioeconomia (BiBi): produciendo, valorando y cuantificando cultivos forestales, se estableció como una importante oportunidad el recurso biomásico existente en España, que “puede ser utilizado tanto para valorización energética, como para usos ligados al desarrollo de nuevos bioproductos de alto valor añadido”.

Y se habló de las externalidades positivas, “tanto ambientales (especialmente evitación de grandes incendios forestales), como socioeconómicas, que implica la valorización energética de biomasas”.

Como ocurrió con muchas de las aportaciones derivadas del lema del Congreso Forestal Español, la bioeconomía fue el eje de la jornada. Se coincidió en que “en la Estrategia Española de Bioeconomía el sector forestal tiene potencial para desempeñar un papel clave, desde la selvicultura hasta el desarrollo de las biorrefinerías lignocelulósicas, pasando por la mejora de las especies forestales a través de herramientas que vienen de la mano de la biotecnología”.

Era inevitable que, como también ocurrió en el congreso de Plasencia, apareciera otro concepto muy asociado a la bioeconomía: la economía circular. “Las actividades del sector forestal deben desarrollarse en el marco proporcionado por la economía circular, al ser una de las apuestas más ambiciosas de la UE, que está dirigida a cerrar el ciclo de vida de los productos, los servicios, los residuos, los materiales, el agua y la energía, entre otros”.

Cultivos forestales
Otro de los mensajes lanzado como oportunidad en el encuentro celebrado en la sede madrileña del INIA es que los “cultivos forestales constituyen una fuente complementaria a la biomasa forestal, por su disponibilidad espacio–temporal, que contribuye a la estabilidad del mercado; aportan homogeneidad en las características específicas de las biomasas, pudiendo, en función de las especies, conferir un grado diferente de adecuación tanto en relación a la bioenergía como para determinados bioproductos; y constituyen una oportunidad para terrenos forestales poco productivos, pero también para ser implementados en terrenos marginales o excedentarios en determinadas zonas de nuestra geografía”.

El sector español de la bioenergía confía en que el plan de actuación forestal, largamente anunciado por el Ministerio, pero pendiente de aprobación a la fecha de cierre de esta revista, favorezca que las oportunidades anunciadas se conviertan en realidad.

No solo la jornada de INIA y Bioplat, desde Unión por la Biomasa y la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa (Avebiom) llevan años exponiendo al Gobierno decálogos, recomendaciones y propuestas legislativas que amparen y desarrollen adecuadamente el uso energético de la biomasa en general y la forestal en particular.

La fiscalidad de la bioenergía
Hasta el Senado, con el apoyo de todos los grupos parlamentarios, instó el 10 de mayo al Gobierno a desarrollar un plan de acción forestal junto a los actores del sector que “salvaguarde los servicios ambientales que procuran los montes al conjunto de la sociedad y su realidad como ecosistemas, y que incluya, entre otras medidas, un programa de promoción de productos forestales para incrementar su consumo responsable para activar la gestión forestal”.

Entre las actuaciones que se demandan está la “investigación de nuevos productos forestales”, y citan biomateriales innovadores, biocombustibles a partir de residuos forestales y la obtención de compost a partir también de residuos.

La máxima responsable del Mapama, la ministra Isabel García Tejerina, adelantó en Plasencia que el plan “tiene como principales objetivos incentivar la gestión forestal a nivel nacional y consolidar una actividad económica básica en el medio rural”. “Para ello –prosiguió–, se facilitarán las mejoras necesarias en infraestructuras forestales relacionadas con la propia gestión y con la prevención de incendios forestales, para conservar estos ecosistemas y potenciar su uso racional, tanto por el sector primario como por el turístico”.

Los planes anteriores
Sin embargo, experiencias anteriores mantienen al sector alerta. En febrero de 2014, el exministro Miguel Arias Cañete presentó un Plan de Activación Socioeconómica del Sector Forestal en el que nueve de las 85 medidas tenían a la biomasa con aprovechamiento energético como protagonista. En noviembre de 2014, Unión por la Biomasa denunciaba la ausencia de financiación para hacer efectivo dicho plan.

El sector confía en que una de las propuestas que se hicieron desde el Senado (la inclusión de estímulos económicos y fiscales) caiga también del lado de la biomasa. Avebiom, pero también la Asociación Española de Empresas Productoras de Pellets (Apropellets), lleva tiempo demandando un IVA reducido del 7% para los biocombustibles sólidos, como los pélets y astillas, y una bajada del 50% del Impuesto sobre los Bienes Inmuebles para los hogares que los consumen.

En cualquier caso, contar con el sector forestal y la buena gestión de los montes se considera clave en el desarrollo de la bioenergía en particular y las energías renovables en general. Según el último informe de la Asociación Mundial de la Bioenergía, dicho sector representa el 87% del suministro total de biomasa en forma de leña, principalmente, pero también pélets, astillas, residuos de la industria maderera, madera recuperada, carbón vegetal, etcétera.

Recuadro
Bioenergía contra incendios
La ligazón entre una adecuada gestión del monte y la prevención de incendios forestales es innegable. El Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales y Graduados en Ingeniería Forestal y del Medio Natural se encargó de recalcarlo tras el devastador incendio ocurrido en el centro de Portugal y a las puertas del de Doñana y otros que afectan a la península Ibérica.

El aumento de las olas de calor provocadas por el cambio climático se ha unido a otros factores de riesgo que destaca ese Colegio: “a la falta de gestión forestal hay que añadir el aumento de la superficie forestal y una acumulación de combustible con un aumento de un cien por cien de la biomasa forestal en treinta años”.

Durante la inauguración del Congreso Forestal Español, la ministra Isabel García Tejerina reconoció que “la gestión forestal sostenible es la principal herramienta para la prevención de incendios forestales, sobre todo, en un país mediterráneo como España, con casi 28 millones de hectáreas de monte”.

En una de las mesas redondas del congreso se expuso que “el diseño y ordenación de los montes puede ser una formidable herramienta de gestión capaz de evitar, en gran medida, los grandes incendios forestales”. Añadían que “fraccionar el combustible y extraer, periódicamente, y de manera sostenible, la madera y la biomasa del interior de los montes serán, además de una eficaz labor de prevención, una fuente de recursos energéticos que ayudará a cubrir las necesidades básicas en materia de calor, agua caliente sanitaria y abastecimiento eléctrico en las poblaciones del medio rural”

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